sábado, 26 de septiembre de 2009

Querido ser Huma:



Seguí hasta la playa a un perro solitario, en una calle perdida de Colonia, era como seguirme a mi pero sin esas luces de carteles publicitarios que tanto molestan en Buenos Aires.


No alcance a sentir su olor, quizás de perro mojado, yo apestaba a sal y al olor que te dejan las naranjas en las manos. No alcance a ver sus ojos, ya que corría como desesperado, ocultándose de alguien quizás o simplemente temía mostrar el penar de su mirada, intente hablarle pero el viento y el agua me sacudían como grano de arena, quería preguntarle como se siente ver el amanecer todos lo días lejos del ruido, pero sabia que el perro escuchaba el crugir de sus tripas.


No le tuve miedo, pero en un momento cambio de color y de textura, no había despegado mis ojos de su correr... como mutante se desplazo para burlarse de mi cuerpo gigante y mi sonrisa silenciosa.


Ahora puedo verlo más claro y siento ese frío de mes de agosto que me vence, cuando no hay alguien que me besa, entonces pensé en su pena por no ser besado, lo intente, intente llegar a él, pero su hocico no me correspondió.


Ya veré como hacer para dejar de mirarme los píes, este tonto mundo que no deja de mirarse los píes.




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